La Cata del Barrio de la Estación, un evento exclusivo, solo para profesionales, conducido por una Master of Wine (los que más saben de vino del mundo), con acceso muy restringido (a pesar de juntarnos unos 800), carácter internacional, presencia de los siete bodegueros del Barrio de la Estación de Haro y 14 vinos por delante, cuatro de ellos con 17 años. Con estos mimbres el evento pintaba muy serio, técnico y denso. Nada más lejos de la realidad, el lenguaje, por fin, fue apto para todos los públicos, porque hacer la cosa farragosa no significa que se sepa más. El tono fue dinámico, directo, personal; vamos que terminamos hablando de conservas de sardinas caducadas, trufas negras y maratones. Algo muy inusual.
La artífice de todo ello, fue la talentosa MW Sarah Jane Evans, nombrada ‘Maquinista del año 2018’, lo que viene a significar que es la que dirige todo el cotarro. Con firme mano británica, impartió la cata magistral con el foco puesto en dos puntos: hacer un repaso histórico, desde el siglo XVI hasta el XX, para lo que contó con vídeos de una acertada duración de tres expertos en Rioja como José Luis Gómez Urdáñez (catedrático de Historia), Andreas Oestreicher (estudioso de la filoxera) y Manuel Ruiz Hernández (director de la estación enológica durante 40 años), y dilucidar cómo el estilo y los gustos de la persona que hace los vinos influyen en ellos.
Así, poco a poco, nos fue metiendo en el canasto con flema, humor y puntualidad inglesa, dejando hablar a los siete bodegueros pero manejando muy bien los tiempos. Sin duda, la Master of Wine está hecha una conductora de primer nivel.
La Cata del Barrio de la Estación tuvo dos rondas de vinos: una clásica y otra no tanto
Y vamos a los vinos. Hubo dos rondas. La primera, más clásica, con un vino de cada una de las siete y la segunda más heterodoxa y distendida. Abrimos boca con Viña Pomal Gran Reserva 2010 de Bodegas Bilbaínas, Imperial Gran Reserva 2010 de CVNE y Honorable 2014 de Gómez Cruzado. La cosa se puso más seria con una pequeña (pero muy grande) muestra horizontal de la añada 2001, entre la que desfilaron Viña Tondonia Tinto Reserva de R. López de Heredia, Viña Ardanza ‘Reserva Especial’ de La Rioja Alta, Prado Enea Gran Reserva de Muga y Roda II de Bodegas Roda.
Tras esta primera fase se destacó que, pese a la personalidad y método de cada bodega, hay algo en la Tempranillo riojana que la hace inconfundible. Además, hicieron su entrada tres blancos peculiares. Viña Pomal Vinos Singulares Maturana Blanca 2017 (aun en evolución, pero en la que Alejandro López, director técnico de la bodega, se está empleando a fondo). Montes Obarenes 2015 de Gómez Cruzado (muy bravo, más fino y redondo el 2014, aunque ellos quieren diferenciar cada añada y, desde luego, lo consiguen). Monopole Clásico 2014 de CVNE, homenaje a Ezequiel García «El Brujo» con el que la bodega «tiende un puente entra las dos denominaciones más antiguas de España: Rioja y Jerez» según destacó su directora técnica, María Larrea, debido a su aporte de Manzanilla al estilo del Marco, con su crianza biológica bajo velo de flor (una gozada y también la de 2015 que probé después).
A estas alturas ya sabíamos que María pasea con su perro por el viñedo y David González, de Gómez Cruzado, es un experto corredor de maratones, que prepara entre vendimia y vendimia.
La recta final fue de lo más exótico
Nos quedaba la recta final. Lo más rarito salió a escena, comenzando con un rudo Viña Tondonia Tinto Reserva 2006, un genial Roda 107 (que no saldrá al mercado), un poderoso Torre Muga 2015 y un fenomenal Garnacha de Finca La Pedriza (Tudelilla) 2017 con el que Julio Sáenz, director técnico de La Rioja Alta S.A., dejó patente que a pesar de la calidad de este vino: «no queremos hacer un gran vino de garnacha de La Pedriza, sino solo tener lo mejor para mejorar nuestro Viña Ardanza». Y vaya si lo tienen, ¡cómo estaba esa muestra en rama!
Al finalizar, con ese regusto de fábula, comprobamos que el saber más de las personas ayuda a fijar y conocer su vino, nunca se me olvidará la afición de Jorge Muga, director técnico de la casa, por la trufa negra, o el gusto de Agustín Santolaya (Roda) por comprar conservas de sardinas en aceite y consumirlas una vez caducadas. Todo ello de la mano de estas fantásticas siete bodegas y de sus tempranillos, y es que como dijo el bodeguero de Roda: «la tempranillo tiene dos cosas buenas: se puede beber muy pronto y se puede beber muy tarde». Y vaya si nos lo demostraron.
¡Salud y a por la próxima edición de La Cata del Barrio de la Estación!
Don Manuel Ruíz Hernández no ha sido director de la Estación Enológica durante 40 años, aunque haya trabajado allí, ni falta le ha hecho su currículo es mucho más extenso que si fuese verdad ese dato. Me alegra una entrada de un evento tan importante de mi pueblo y que pudieras disfrutarlo, un saludo