Volvemos a la carga con otra crítica cinematográfica. La película tampoco es que sea nueva, ya que se estrenó el 19 de julio, pero nos pilló en etapa de descanso y, como ya dijimos, este blog es así: escribimos de lo que nos apetece, cuando nos da la gana. Al lío. Hoy hablamos de: El Justiciero 2 (The Equalizer 2) (7 en IMDB; 6,1 en filmaffinity). Para todos aquellos que no os convenció os pregunto dos cosas: ¿Sabíais de la existencia de la primera? ¿Os gustó?, porque esta continuación está hecha, exclusivamente, para los fans de El Protector (The Equalizer o El Justiciero, 7,2 en IMDB; 6,2 en filmaffinity, no vamos a hablar ahora sobre algunas traducciones poco afortunadas).
Si habéis contestado afirmativamente a las dos preguntas y aun así no os gustó esta segunda parte, lo entiendo, también considero que es más floja, pero a mí sí me alucinó como su predecesora. Si habéis respondido negativamente a alguna de las dos cuestiones, habéis perdido vuestro tiempo y dinero; esta cinta no iba destinada a vosotros. Aunque os resulte extraño, chocante, indignante o vete tú a saber, hay películas que solamente se crean para los seguidores y al resto se les ignora, como poco. Es lo que hay.
The Equalizer 2 (o el Justiciero 2) es, para mí, una gran continuación
Para mí, es una gran continuación. Si bien está más dispersa, con respecto a su trama principal, que no voy a destripar, ya que se pierde en acciones secundarias que nos molan, pero alargan el argumento central, y que en la primera iba todo más directo. Hay que entender que la presentación del personaje y sus motivaciones, o por lo menos una pincelada de ellas, puesto que nunca son del todo claras, ya se hizo en El Protector, así que toda esa parte la rellenan con otras cosas.
Otro punto extraño es precisamente esto último: ¿por qué hace el personaje lo que hace? En esta no te lo explican, ya sabéis, está en la primera, pero sí amplían la poca información que se da sobre él en la cinta anterior, porque parte del encanto de este film (más del primero) es que no sabes muy bien por donde va a tirar el bueno de Denzel Washington. De pronto está tomándose un té tranquilamente como pintando una pared, pero en ambos casos está ayudando a gente que no tiene nada que ver entre sí y de maneras completamente opuestas.
Esto es precisamente lo que le da encanto al protagonista y si bien ambas producciones están hechas para el lucimiento de Washington, a mí me parece que aportan cierto grado de verosimilitud del personaje, ya mayor que no está para muchos trotes, pero ojito con tocarle las narices.
Me encantan los héroes intocables (y los que no lo son tanto), sobre todo si están tan bien hechos como este
Es overpower (o intocable), sí, pero es que a mí me gustan ese tipo de héroes, al estilo clásico, no lo veo un problema. Como ya he dicho otras veces, estoy harto de protagonistas elegidos que de pronto se vuelven corderitos para dar dramatismo al asunto o, al contrario, personas que no valen un pimiento que, como son los protagonistas, son la leche en la pelea final porque su padre se está muriendo (sí, me refiero a Tomb Raider. A la pobre Alicia Vikander no me la creí nunca dando palizas a guardias hasta arriba de gimnasio y pesas, y en general como Lara Croft, por muy lavado de imagen que la hayan dado en la nueva trilogía de videojuegos).
No voy a criticar esos otros, por ejemplo, a mí me encanta John McClane (sí, Bruce Willis en Jungla de Cristal) que es de los de recibir palos hasta en el carnet de identidad y de sacarse de la chistera un truco final, que ni te esperas, ni tiene mucho sentido muchas veces, para salir victorioso, con una enorme paliza, pero ganador. De este tipo de protagonistas hay a patadas. Por citar a otro más, bueno a dos, ¿quién no recuerda la pareja de Arma Letal que hacen Mel Gibson y Danny Glover? Pues eso.
En definitiva, película muy recomendable si te gustó la primera. Una cinta de acción a raudales sin más pretensiones que hacerte disfrutar del personaje protagonista y sus cosas. Si te ha picado la curiosidad leyéndome, hay que ver The Equalizer antes, porque cabe la posibilidad de que te defraude. Quedáis advertidos, pequeños.