Este blog tiene por bandera hablar de aquellas expresiones culturales que nos llegan a lo más hondo, que nos dan un vuelco al corazón, la mente o los sentidos, y por ello nos impulsan a escribir una entrada. Estos tres vuelcos, que para sí los quisiera el mejor cocido, los ha conseguido la gente y los vinos de Inkordia Wines.
Un grupo de 14 bodegas que defienden el valor de sus terruños, elaboraciones mimadas que muestren la identidad de su zona, producciones pequeñas y un trabajo natural sin caer en esoterismos, salvo los propios de la locura de cada uno.
¿Quiénes son? Ignios orígenes, Pagos de Nona, Viñedos Kulturales, RuBoR Viticultores, La Senda, Vinos de Patio, Cangas Wines, Esencia Rural, Ton Rimbau, Federico Schatz, Sexto Elemento, Entre os Ríos, Pita Cega y Uva de Vida. Los conocí en Enofusión, ese cachito que Madrid Fusión reserva al mundo del vino.
Inkordia Wines se hizo notar en Enofusión
Como en todas las ferias hay mucho que ver y poco tiempo para hacerlo, es difícil encontrar diamantes, por lo cual agradezco el espacio y los llamativos globos rosas con que esta gente decidió llamar la atención, mostrando sus vinos sobre unas sencillas barricas. Fucsia también es su logo, con el que habían hecho camisetas que la mayoría llevaba. Sonaba un poco a chufla o a beneficencia de algún tipo, pero beneficio es el que nos llevamos todos aquellos que no los conocíamos y nos echamos sus vinos entre pecho y espalda.
Solo pude charlar con cuatro bodegueros, desde aquí pido perdón a los otros diez “inkordiosos”, pero estáis en mi lista porque lo que he probado de vuestros compañeros es inolvidable. Son vinos que emocionan, y hablar con cada uno de vosotros es querer saber más de todo lo que tocáis.
Entre os Ríos fue la primera bodega por la que empecé
Empecé con la gallega Entre os Ríos, llamada así porque la finca se encuentra rodeada por dos brazos del río Pedrás, al frente de la cual está José Crusat, hacedor de unos albariños increíbles en A Pobra do Caramiñal (A Coruña), donde la familia (la bodega la lleva con su padre, Francisco) también tiene una casa rural que ya he marcado entre mis próximos destinos. Probé tres vinos, que elabora bajo la denominación de Viños da Terra de Barbanza e Iria.
Casal Do Monte (mínimo de seis meses en lías en depósito de acero inoxidable. 8,50 € en bodega), Altares de Postmarcos (15 meses a unos 14º en inox. 12 € en bodega) y el irreverente Komokabras, en el que se utilizan levaduras salvajes, fermenta sin máquina de frío, solamente enfriado por el agua de la sierra del Barbanza y se cría durante 8 o 9 meses en barricas de 500 l. de roble usado (11,50 €). Todos ellos se caracterizan por sus lentas fermentaciones que se traducen en vinos concentrados, aromáticos y elegantes.
RuBor Viticultores me ofreció, primero, su blaco de albillo real, variedad autóctona de la zona
Siguiente barrica, la de las garnachas de Gredos de RuBoR Viticultores. Orlando Lumbreras (hay que ver lo que sabe de música este hombre. No en vano antes presentaba un programa en Radio 3, llamado ‘Placeres Mundanos’, en el que compaginaba sus dos aficiones), socio junto Rubén Díaz de esta bodega, me dio a probar antes su estructurado Protocolo Zero Blanco, elaborado con una variedad autóctona de la zona, la albillo real.
Después pasé a manos de su hermano, Protocolo Zero Tinto, una garnacha divertida con fruta a mansalva (ninguno de ellos pasa de los 10 €). Para terminar con Punto G (13 €), G de Gredos y de garnacha de Navarredondilla (Ávila), que conste en acta. Más fruta, concentración, textura, un viaje a la zona con tan solo cerrar los ojos.
UvadeVida una bodega de Toledo de Inkordia Wines. No me lo podía creer
Prácticamente, a ciegas recalé en la barrica de Uvadevida. Me llamó la atención que hubiera una bodega de Toledo entre los Inkordia, de Santa Olalla, para más señas, y que su logo fuera la estrella de ocho puntas de Salomón, ni más ni menos. Me recibieron Carmen López y Luis Ruiz, los artesanos de esta graciano que embotellan bajo el nombre de Latitud 40, porque ese es el ángulo respecto al Ecuador que ocupa su viñedo.
Su credo, el de la biodinámica. Sus vinos muestran mogollón de fruta, tanto el joven (10 €) como el crianza (20 €), para el que utilizan barricas de roble francés usadas. Flores, especias, terrosidad…, ¡otro tour para los sentidos! Terminé probando su mosto, una delicia para grandes y chicos, al que se empeñan en llamar «zumo de uva no concentrado» (sé que me regañarán por llamarlo mosto, pero soy doña, erre que erre, con permiso del gran don Paco Martínez Soria).
Terminé con Sexto Elemento y sus bobales
Sexto Elemento fue mi colofón. Vinos de bobal elaborados por Rafa López en Venta del Moro, un terruño de la zona de Utiel-Requena (Valencia). Vinos serios, como su autor, para el que el fuego, la tierra, el metal, el agua y la madera no son suficientes y complementa estos elementos con un sexto: el vino.
Aquí me dejé llevar por el carácter de la uva. David & Goliath (15 €) y Sexto Elemento (19 €) son sus expresiones. Potencia, terruño, rotundidad, sinceridad. Vuelta a entornar los párpados y dejarse llevar.
Termino la entrada escuchando con los ojos cerrados a Tino Casal y su temazo Histeria, y no puedo más que sustituir la letra por un: «Inkoooordiaa, Inkooooordiaaa, Inkooooordiaa, Inkordia». Qué malos son los ochenta, o qué ricos, como vuestros vinos, quizás no los más correctos, no hechos a medida, pero sí sentimentales y con pellizco. Desconocidos, humildes, honestos, emocionantes. Con vosotros, y con moderación, quiero «beber hasta enloquecer». Gracias, Tino. Gracias, Inkordia Wines.
se te olvidan los artistas invitados. Cumplian la línea de inkordiantes a la perfeccion.
Jaime, no sé muy bien a qué/quienes te refieres. Ya te digo que de los 14 bodegueros que forman Inkordia Wines solo pude probar los de cuatro. Dame alguna pista más…¡y la sigo!