Xangall en gallego significa cuidadoso, amoroso. Ese mimo es el que pone en sus criaturas Begoña Troncoso, una ama del vino (ahora está de moda llamarlas damas, pero es que Begoña es más ama en lo que a Albariños se refiere, tanto por trabajo como por sentimiento) de la zona del Condado de Tea en DO Rías Baixas. Ella dice que es un albariño tradicional, pero tiene una madurez y un cuerpo que me han roto los esquemas respecto a todo lo que había probado hasta ahora de esta variedad.
Lo que es capaz de extraer esta mujer es increíble: suelo y variedad a tope. Xangall es un albariño de color dorado, aroma meloso y paladar de largo desarrollo. Un vino que cuenta muchas cosas, todas interesantes, aunque parezca hablar más con acento francés, no en vano, algunos lo denominan el Burdeos gallego.
Este vino es una muestra de lo que se puede conseguir trabajando con biodinámica
Etiquetas aparte, este vino, del que tan solo se elaboran 4.000 botellas, es una muestra de lo que se puede conseguir trabajando con biodinámica, cultura de la que es fiel seguidora Troncoso siguiendo sus dictámenes a pies juntillas en sus casi tres hectáreas de viñedo propio, y a la que, bien aplicada, parecen no resistírsele ni las zonas húmedas ni las variedades blancas.
Esa ternura, ese cariño, ese Xangall aquí se ha convertido en filosofía de vida. ¡Y caray que sí se nota!
Probadlo sin reparos y sin mesura (la moderación establecida, con este vino, es muy difícil de mantener). En Madrid se puede encontrar en la tienda de Vinos DeLiberados del Mercado de Vallehermoso.