Últimamente, el tema del blog va sobre cierres de producciones (o no). Hoy toca la serie de Netflix de El Príncipe Dragón, la cual ha dicho adiós, por el momento, en su temporada 7. La verdad es que, con esta serie, me pasó algo parecido como con The Umbrella Academy, que me gustó mucho al principio y luego ya no tanto. Además, en esta séptima temporada, no se cierra como la que acabo de mencionar, aunque su «final» es bastante decepcionante. Ahora os lo explico.
Tengo que decir que la serie tiene dos tramas o arcos principales. La primera, que se desarrolla en las primeras tres temporadas, El Príncipe Dragón, y la segunda, El Misterio de Aaravos, en las otras cuatro. Aquí sus creadores han jugado al despiste con Netflix y con sus seguidores, puesto que han ido modificando la duración de la creación según iban avanzando las temporadas.
El Príncipe Dragón se había estructurado en seis temporadas, pero ha ido cambiando de opinión con los años
La idea original era que fueran 6 temporadas, pero al finalizar el primer arco, se firmó por cuatro más. Antes del estreno de esta temporada 7, se hablaba de dos películas para poner la guinda al pastel, pero han vuelto a cambiar de opinión y se piensa en un último arco de tres temporadas más. Netflix no está por la labor, supongo que un poco harta de tanto cambio de planes y que, quizás (y es una suposición mía), ya no hay tanta gente que la vea como antes. Y es que la trama se ha ido diluyendo con el paso de los años.
A pesar de que El Príncipe Dragón es una serie que le encanta a la plataforma, ya que cumple con todos los cánones woke del momento (aunque ya veremos en qué desemboca ese fenómeno a partir de ahora), sinceramente, el segundo arco, El Misterio de Aaravos, es bastante flojo y cae en todos y cada uno de los tópicazos de las series malas. Como estoy harto de ver, el mal siempre es más listo, más fuerte y mejor, además ahora, es políticamente justificado para que te dé lástima y no lo veas como un ser que quiere aniquilar a toda la vida en Xadia.
El Misterio de Aaravos comienza en la temporada 4 y, aunque el dibujo va en clara mejoría, la trama no acompaña
Para ello se vale del engaño, el asesinato y la manipulación de todo ser viviente, pero oye, que tiene su corazoncito. Hace chistes, es majo, guapo, amable (hasta que te clava un puñal para quitarte la vida) y esas cositas que le hacen tan adorable. Luego está el tema de los buenos, que debemos ponerlos de aquella manera para que no sean tan buenos, que esto no vende. Si mezclas todo esto, con unos toques de woke, te salen las 4 temporadas del segundo arco de El Príncipe Dragón.
Evidentemente, ese intento de ser para todos los públicos y todas las sensibilidades sociales, le pasa factura y muchas veces no es nada natural, ni tiene lógica alguna. Está claro que sus creadores quieren alargar el chicle lo máximo que puedan. Lo han dejado claro en el último episodio de la temporada 7 y de la serie, recuperando una trama muerta desde la segunda temporada.
Por supuesto que esto es lícito, pero también es muy mala idea y a Netflix, por ahora, no se la han colado. Hay millones de series, películas y novelas que han sido un tremendo fiasco cuando te has puesto a estirar algo que debías de hacer cerrado hace años, pero poderoso caballero es don dinero. Por lo menos, el producto es de buena calidad, no como la infausta, Memorias de Idhun, que quiso beber de estos manantiales para hacer una tremenda castaña, a la española eso sí. Aunque el dinerito se lo llevaron crudo los de Zeppelin TV.
