Nos gustan los vampiros. Desde nuestra infancia llevamos viendo películas y series, en blanco y negro y en color, de Drácula y sus secuaces. De miedo, de risa, eróticas, románticas… Pero este Drácula de Netflix es otra historia. Prometía mucho. Netflix apostaba por lo vampírico. La crítica la apoyaba. Pero lo mejor que tiene esta miniserie es tener tres capítulos. Como dirían en mi tierra: salida de caballo andaluz, parada de borrico manchego.
«Brillante y gore». «Netflix ofrece la mejor ficción desde Coppola». Así lo anunciaban algunos y nosotros caímos en el visionado (si la crítica profesional hubiera dicho que es un truño, también la hubiéramos visto porque, repito, nos gustan los vampiros. ¡Vimos hasta Crepúsculo antes de crear este blog!). Bien, no estamos de acuerdo con los expertos. Nos parece que en tres capítulos la trama se desinfla, los personajes se convierten en esperpentos y la serie, en infumable.
El Drácula de Netflix mejor que el de Coppola... ¡ja! ¿Pero que se fuma esta gente?
Bien está su personaje protagonista. El pobre Claes Bang (The Square 2017) hace creíble su conde. Su antagonista, la sobrina de Van Helsing, Zoe, Dolly Wells, (Bridget Jone’s Baby 2016), exprime hasta el final la locura. Queda bien que, la que plante cara al gran vampiro sea una mujer de armas tomar, hasta ahí, totalmente de acuerdo, y más en los tiempos que corren para la industria fílmica. Pero estos tres capítulos se van desinflando metraje a metraje.
Son tres capítulos, solamente. Pero tu cuerpo, por prescripción psicológica, no aguantaría más sin que los aliñaras con algún estupefaciente. Eso sí, después de la intoxicación de psicotrópicos, nos sigue pareciendo que la actuación de Bang se sale. Buena idea y gran cagada. No queremos hacer spoilers y hasta aquí podemos leer…
Si alguna vez tu mente perversa se había imaginado quedar en Twinder, Meetic, Darling o similares, con un auténtico vampiro medieval venido al siglo XXI, no os perdáis el último capítulo.
A nosotros la serie nos ha decepcionado muchíííísimo.
De 0 a 10 no pasa del 4, y en nuestros días más optimistas.